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Un acto de amor contra todas las guerras (internas y externas)

La «relatividad del tiempo», «el sujeto como centro del pensamiento».
La «relatividad» entendida desde el significado «textual» siendo «el sujeto» y su «mirada» el centro del «conocimiento relativo».
Ensayo, ciencia y literatura basado en la teoría del todo de Hawking.
Definición de Las Bellas Artes por María Román Payá.
Teoría unificada de la »mecánica cuántica», la «gravedad» y «la tierra».
Imaginemos que un año dura un minuto y, cuando pasa todo el cronometraje, el tiempo se restablece. Supongamos que cada año/ minuto se haya posicionado en un espacio concreto, que se ve modificado por la influencia de los agujeros negros generando un equilibrio que favorece la existencia (la naturaleza). Este estado de la materia, favorece la objetividad relativa del sujeto dada por la lectura activa del proceso.
Pensemos ahora, que el big bang sucede en el sujeto cuando las dobles lecturas abren el horizonte del entendimiento, cuyo fruto es la creación de uno o muchos sujetos, es decir, agujeros negros. De ahí que Estephen Hawking lo llame «la historia de la historia del universo».
En cuanto a las teorías de la «gravedad» de Newton y Einstein supongamos depende del «humor» del sujeto, oscilando entre la desesperación, la neutralidad y la risa. Esta sería la «medida» en la que se «crea» el universo del sujeto (o agujero negro), que a su vez y a través de su conocimiento y beneficiándose de su uso, se convierte en una «estrella de masas». Pero si se excede en este punto, e intenta sobresalir del resto, acaba autodestruyéndose. De el/lo, el:lo y ello, podemos deducir que perderse en el equilibrio y caer en la desesperación sería la muerte del sujeto. En este punto, entra en juego la incertidumbre del tiempo en que puede darse este momento. Para descubrirlo tendríamos que estudiar el funcionamiento atómico completo del sujeto. Este estudio, se fundamenta en la lectura reiterada e infinita del sujeto (ello en sus tres formas), por lo que la diferencia entre el tiempo y el equilibrio se encuentra la trascendencia del sujeto.
Podemos decir entonces que el yo y sus connotaciones, dependen de la actividad del sujeto, y esto influye directamente en su estado. Lo que quiere decir, que el lugar y la hora determina una infinidad de momentos/átomos que componen al sujeto. Estas partículas se pueden dividir de una forma tridimensional infinita entre átomos, palabras y sentimientos.
De estas observaciones, podemos deducir, que el sujeto es infinito, así como sus historias, pero su tiempo se reinicia en cada uno de los espacios que ocupa.
Podemos concluir que, el sujeto depende de las ideas/sujetos y de sus infinitos universos, es decir, todas y cada una de sus palabras.
Si entendemos la Tierra desde su acepción femenina, podemos comprender la esfera como el proceso de gestación y la influencia de las Lunas (sujetos masculinos y femeninos) sobre la Tierra y, en consecuencia, si ésta fuese una mujer única y la Luna el resto de sujetos, la esfera sería la creación fruto del trabajo conjunto (la gestación). En cuyo espacio, dar a luz consistiera en un eclipse del Sol sobre el Planeta.
El resultado de este alumbramiento se transmutaría en la Estrella Polar, y su posición dependería del sujeto que la observa, es decir, usando el concepto de Bruno Latour (reLatour) de «las humanas ciencias» (el conjunto de la humanidad).

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